Colgada del orgullo,
demasiadas veces herida en lo más propio,
en mi ingenuidad, en mi buena fe.
Hoy me alzo intransigente ante todos,
ya está bien, de agachar la cabeza,
de ejercer la humildad,
de tragar las debilidades de los demás.
Sin miedo, sin demasiada conciencia, sin futuro,
hoy desisto de la racionalidad,
de la sana planificación, de la sensatez.
Cojo el barco que zarpa sin rumbo, hacia la soledad.
Indiferencia absoluta.
No mendigaré una sonrisa,
una bella palabra desde la distancia.
Hoy quiero izar una bandera en mi ego y reivindicarme.
Voy a quererme, a no ceder.
Esta vez,
no voy a pedir perdón.