domingo, 6 de enero de 2008

A flote


A veces te das cuenta de que no eres nada.

Un soplo de aire, una palabra,

pueden cambiarte el rumbo,

aunque sólo sea por unos instantes,

y te vuelves a preguntar "¿quién soy yo, dónde estoy?".

Qué delgada cuerda, la que me sujeta,

qué fácil es soltarla a veces,

cuánta fuerza hace falta entonces

para volver a agarrarla y seguir en pie.

Sólo es un estado de ánimo,

quizá el reflejo de una actitud cómoda,

querer apoyarme siempre en alguien,

que me sostenga cuando vaya a caer,

o la de la atracción al vacío,

sencillamente.

Aunque cierto es que hay un día después,

en que regreso guerrera y altiva,

dolida o sabia,

pero dispuesta a la lucha,

y doy grandes zancadas pasando sobre lo que sea,

y ese día,

voy por lo que quiero y lo alcanzo.

Pero todo esto,

sólo ocurre a veces....