A veces te das cuenta de que no eres nada.
Un soplo de aire, una palabra,
pueden cambiarte el rumbo,
aunque sólo sea por unos instantes,
y te vuelves a preguntar "¿quién soy yo, dónde estoy?".
Qué delgada cuerda, la que me sujeta,
qué fácil es soltarla a veces,
cuánta fuerza hace falta entonces
para volver a agarrarla y seguir en pie.
Sólo es un estado de ánimo,
quizá el reflejo de una actitud cómoda,
querer apoyarme siempre en alguien,
que me sostenga cuando vaya a caer,
o la de la atracción al vacío,
sencillamente.
Aunque cierto es que hay un día después,
en que regreso guerrera y altiva,
dolida o sabia,
pero dispuesta a la lucha,
y doy grandes zancadas pasando sobre lo que sea,
y ese día,
voy por lo que quiero y lo alcanzo.
Pero todo esto,
sólo ocurre a veces....