A veces vengo en silencio y me siento un rato,
y escribo.
A veces pasan horas o días,
a veces han pasado años sin una sola palabra,
y cuando vengo reflexiono, observo,
pero callo esa mirada sobre el mundo,
que se esfuma en la noche y me olvido,
de venir a pensarme,
de pronunciarme en voz alta,
de elegir vestido para esta función.
Otras veces vengo y digo a manos llenas,
me oigo en pleno grito
y soy capaz
de hacer de una idea una forma que esté presente.